La pregunta central
These people will never understand him!
He’ll be famous — a legend — […]
there will be books written about Harry —
every child in our world will know his name!
(J. K. Rowling, Harry Potter and the sorcerer’s stone)
¡La gente nunca lo entenderá!, estas palabras dichas casi comenzando el primer libro de Harry Potter son una realidad, tanto para el personaje como para la obra en sí, pues esta saga ha llevado la contradicción desde sus inicios. Sin embargo, ¿por qué los ataques contra Harry Potter?, o bien, ¿por qué las alabanzas para la obra? Esta saga, que sin duda ha marcado la literatura (y el comercio de ella) a finales del siglo XX y el inicio de éste, posee una complejidad mayor de lo esperada, no sólo por ser un gran éxito de ventas y que ha impulsado a millones de niños a dejar los videojuegos o la televisión y cambiarlo por unos libros que suman, hasta el tomo cinco, más de 2500 páginas; sino también porque su profundidad y los temas que aborda esta saga han quedado sepultados por el alud de críticas y de alabanzas que se quedan en los aspectos más elementales de la obra: La magia y los elementos fantásticos dentro de ella, y la parafernalia que no pertenece al texto en sí.
La pregunta central para analizar no es el porqué del éxito de Harry Potter, ni siquiera por qué una obra, inicialmente dedicada a los niños, tiene tanto éxito entre personas de todas las edades y de todos los grupos sociales; el quid radica en una sencilla cuestión: ¿por qué podrá pasar Harry Potter a ser parte de una tradición literaria y de un canon?, ¿qué elementos son los más importantes en esta obra? Resueltas estas preguntas podrán justificarse las críticas presentes y futuras, al tiempo que se habrá logrado algo más importante: darle la importancia debida, no sólo dentro del estudio de la mercadotecnia o de los fenómenos sociales, sino como obra literaria que es en el ámbito de la literatura.
Harry Potter y la crítica a la literatura infantil
Esta afirmación es una de las tantas paradojas que conlleva esta obra: ¿cómo es posible que una obra destinada para niños sea una crítica de la literatura infantil?, ¿acaso los temas que maneja no pertenecen al mundo del imaginario que tradicionalmente —o al menos, desde el romanticismo— se han asociado con lo propio para niños?
En realidad, Harry Potter maneja temas que, como tales, no se pueden considerar para niños: el maltrato infantil a través del desprecio en Harry Potter and the sorcerer’s stone; la discriminación en Harry Potter and the chamber of secrets, las injusticias de la ley en Harry Potter and the Prisoner of Azkaban, la muerte en Harry Potter and the goblet of fire y, finalmente, el bajo mundo gubernamental en Harry Potter and the Order of the Phoenix. Estos temas, de suyo bastante complejos, son encubiertos a través de algo que denomino ludificación; esto es, la transformación de la seriedad de un asunto en algo divertido, desproveyéndolo de la gravedad al cambiarlo de entorno. Es así que gracias a la ficción, esos temas pueden ser abordados en su sentido más amplio, sin recurrir a recursos como el ensayo o el reportaje.
De esta manera, Harry Potter se convierte en una crítica hacia los escritores de literatura infantil que consideran al niño como un individuo no apto para manejar ciertos temas, mostrando que con la habilidad suficiente pueden estructurarse historias que toquen dichos asuntos. Así, el uso de los elementos fantásticos sólo es un recurso de lainventio literaria para encuadrar en ellos una compleja crítica social en la que, además de los temas señalados, estarían otros como la defensa de los derechos laborales (personificados en los elfos de Hogwarts y la S. P. E. W creada por Hermione), la crítica a las instituciones de gobierno y las acciones que se desprenden de éste (para muestra, todo el quinto libro). La conclusión es evidente: Harry Potter es una mezcla entre temas serios, una elaborada creación y un público infantil que recibe toda la carga de la crítica social de manera casi natural.
Una nota intermedia (válida para otras obras literarias)
A pesar de la variedad de temas presentados en Harry Potter y la seriedad de estos transformados con miras al público lector, el mayor obstáculo es quien critica sin haber leído con profundidad la obra. Una obra literaria es vulnerada cuando se pone en duda su propio mérito como creación artística y su difusión se expresa como consecuencia de factores ajenos al texto per se, ya que, de inicio, es un trabajo loable el tocar temas tan complejos y que corresponden a nuestra actualidad de forma alegórica. Esta falta de análisis crea no sólo la trivialización de la obra, sino que da pie a una serie de afirmaciones erróneas, de juicios de valor tendenciosos y de interpretaciones que no corresponden a la realidad. Y si bien cada quien es libre de leer o no la obra, resulta perjudicial una crítica sin fundamentos, de los cuales el principal es el conocimiento del libro a través de su lectura.
La hechicería, la lucha metafísica y más críticas veladas
Otro punto que la autora pone de manifiesto es una invectiva hacia quienes consideran que los niños no son capaces de distinguir entre la realidad y la fantasía. Es así que aquellos que ponen de relieve el aspecto de la brujería en Harry Potter se quedan, en realidad, con la parte externa representada por todo el aspecto del imaginario y elementos fantásticos que se aúnan para presentar toda una pléyade de problemas de nuestros tiempos. No es cuestión de creencias religiosas, sino de algo más trascendente y que radica al fondo de la obra: la clásica lucha metafísica entre el bien y el mal.
Tres críticas al texto
Las críticas que propongo sobre Harry Potter versan, primordialmente, sobre la cuestión de continuidad. Justificables en parte ante la magnitud de la obra, pero que son elementos que deben ser atendidos para evitar las confusiones.
- Los olvidos: Son los errores de continuidad por excelencia —en particular, como ya se mencionó, debido al tamaño de la obra—. Usando el término de Steve Vander Ark, uno de los estudiosos de Harry Potter, son los denominados Flint’s. Este tipo de errores pueden resultar chuscos, aunque prevalecen en varios momentos de la obra e impiden sacar conclusiones adecuadas para ciertos aspectos de la obra.
- Del desconocimiento al todo lo sé: Este es un punto ambivalente y consiste en que los primeros tres libros contienen pistas para que se puedan leer de manera independiente, a través de la reiteración de elementos que integran el eje de la obra. Así, en cada libro se reiteraba quién era Harry Potter, por qué era famoso, etc. Empero, los últimos dos libros implican el conocimiento de los libros anteriores para una mejor comprensión. La pregunta es si la autora supone que todos ya han leído los libros anteriores de la saga para evitar las repeticiones en los libros cuarto y quinto de la serie.
- ¿Demasiado largo?: Más de 2500 páginas y aún con dos libros de la saga por publicarse hacen de Harry Potter una de las obras más extensas en la historia de la literatura universal. Es de notar que cada libro es más largo que el anterior. En particular, el estilo que se sigue es una prolija descripción de todo el entorno a través de lo Foucault denominaría un panóptico. Mera cuestión de estilo que a algunos puede gustar y a otros no. Este punto es en sí el origen de los dos grandes problemas, ya mencionados, de la saga.
Con esto queda claro que Harry Potter tiene fuertes elementos a su favor como es la trascendencia como obra literaria al presentar la alegoría del mundo moderno en un entorno rodeado de fantasía y de elementos resucitados de la tradición literaria y popular los cuales han sido adaptados a otro contexto. Las críticas al texto son particularmente errores de continuidad. Harry Potter lleva el símbolo de la contradicción desde su nacimiento, pero es evidente que muchas de las críticas no dependen del texto en sí, sino del fenómeno como tal.